Continúa de manera constante la preocupación
que desde 1996 se ha venido generando por el asteroide que tiene como dirección
la Tierra, cuyo tamaño tiene dimensiones monstruosas y su velocidad es
completamente meteórica.
Investigaciones científicas han establecido
su llegada a este planeta para el año 2036, es decir, dentro de 29 años, suceso
que cambiaría radicalmente el rumbo de la humanidad: provocaría grandes
terremotos, tsunamis, y en pocas palabras lo haría explotar, desapareciéndolo
del sistema orbital. El final del planeta estaría más cerca de lo que se
imagina.
Estudiosos se han dedicado a obtener las
fechas de destrucción del planeta y con ello tener la certeza de lo que podría
suceder en el futuro.
Acontecimientos suscitados desde el siglo XX,
demuestran cómo la humanidad, considerada la más importante de las especies, ha
alcanzado niveles inimaginables, puede decirse que está en la punta de la cima…
Pero ha sido precisamente el hombre con sus acciones quien se ha encargado de
ocasionar más destrucción.
De acuerdo con esto, poco o nada nos interesa
realmente que fuera el año 2036 en el que el asteroide se estrelle contra la
superficie, si de igual manera, día tras día, con nuestro aporte colaboramos
con la desaparición, casi inmediata, de este mundo.
Si antes del año 2036 o después de esta fecha
el globo aún no ha sido destruido, no habría mucha diferencia, pues las
acciones de los humanos igual lo terminarán afectado con daños irreparables, y
peor aún, con una población que se reduciría en un 90%.
Los acontecimientos que hacen parte de este
escrito están debidamente sustentados, y no es un secreto para ecologistas,
geólogos, astrónomos y gobernantes de las grandes potencias, que el planeta
quedará reducido a la mínima expresión por acciones donde ha sido el hombre el
responsable.
La Amazonía: la región que subsistiría
La información privilegiada a la cual tienen
acceso personas de alto nivel económico, que poseen bajo su mando la misión de
auspiciar y financiar enormes centros de investigación científica de todo tipo,
demuestran y afianzan la teoría según la cual la Amazonía sería el territorio
sobreviviente, en caso de quedar algo del planeta.
Estas personas multimillonarias, jefes de las
casas reales europeas y gobernantes de las grandes potencias del mundo, se han
dado a la tarea, haciendo uso de la información confidencial y privada que
manejan, de adquirir enormes extensiones de tierra en la Pampa argentina y
uruguaya, hasta la Patagonia y gran parte de la Amazonía.
Dentro del ciclo normal, que el ser y la naturaleza
en su evolución nos han otorgado, asistiremos al final apocalíptico de nuestra
existencia. La del planeta y la de nuestra vida que transcurrió con indolencia
en su fugaz paso por el universo.
Fernando Bermúdez Ardila
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